viernes, 10 de agosto de 2007

Colombia, 9 de agosto (ACNUR) - A 6.000 pies sobre el nivel del mar se alza el pico de Sierra Nevada, imponente sobre la costa caribeña de Colombia, en el norte del país. Los indígenas Kogi son los guardianes de esta montaña, porque creen que es un lugar mágico, el Corazón del Mundo, comunicado por invisibles líneas con otros sitios sagrados de Colombia.
Los Kogis se llaman así mismos los Hermanos Mayores de la Humanidad y hasta hace muy poco han evitado todo contacto con el mundo exterior. La ladera baja de Sierra Nevada está habitada por otros tres grupos indígenas: los Arhuaco, los Wiwa y los Kankuamo, cuyo papel es proteger a los Guardianes.
Pero en la última década, el conflicto armado colombiano ha irrumpido en este mundo sagrado, ya que los grupos armados irregulares han penetrado en esta zona con tácticas terroristas, asesinatos selectivos, amenazas y violencia. Hoy, cuando los Kogis miran desde la cima de su montaña cubierta de nieve, ven como aquellas líneas se han convertido en un reguero de sangre de muchos de sus hermanos indígenas.
"Hoy, justo en la víspera del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, nuestros pueblos continúan viviendo en medio de la impunidad generalizada y la desprotección estatal", dijo Luis Evelis Andrade Casama, Presidente de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) durante una rueda de prensa en Bogotá el miércoles.

De acuerdo con las cifras del ONIC, 17.000 indígenas sufrieron violación directa de los derechos humanos o infracciones al Derecho Internacional Humanitario en los primeros siete meses de este año. Esto significa un promedio de 80 personas por día, que han sido víctimas de crímenes que van desde el desplazamiento forzado a los asesinatos selectivos, o las amenazas contra sus vidas.

La ONIC añade que alrededor del 12% del total de la población indígena actualmente está en situación de riesgo por el conflicto, ya que sufren la violencia del mismo, la intimidación, y han visto como se han reducido sus recursos económicos. Como resultado de esto la malnutrición entre los niños de las tribus Embera y Wounaan ha alcanzado el 75% en la costa pacífica de la región del Chocó.

En el otro lado del país, en la zona sur del Putumayo, los indios Cofán están también padeciendo problemas de inanición, ya que el conflicto les impide moverse libremente y limita sus posibilidades de pesca, caza y cosecha tradicional.
"No somos muchos, alrededor de 1.200 Cofanes" explicaba Iván Queta en nombre del grupo. "Estamos tratando de no perder nuestra cultura, de enseñarle a nuestros niños nuestro lenguaje. Pero ¿cómo pueden nuestros niños ir a la escuela cuando están muriendo de hambre y cuando tenemos que estar moviéndonos de un sitio a otro en busca de un lugar donde podamos estar en paz?"

Según se establece en la ley internacional y la colombiana, el Estado tiene el deber de prestar especial atención a la protección de las minorías étnicas y de sus culturas, en medio del conflicto armado. Los efectos del desplazamiento forzado de los indígenas han sido devastadores, ya no sólo en el plano individual, sino también para los grupos, que tienen sus propias tradiciones y organizaciones.

El ACNUR trabaja con el Estado para ayudarle a cumplir esta obligación de protección, así como con las organizaciones indígenas a lo largo de todo el país. También se ha hecho una campaña para concienciar sobre la magnitud de esta crisis que continúa año tras año.
"Tenemos que preguntarnos a nosotros mismos qué estamos haciendo para superar esta situación" dijo el representante de ACNUR en Colombia, Roberto Meier, durante una conferencia de prensa. "El año pasado denunciamos el asesinato de cinco desplazados de la etnia Awa en el Día Mundial de los Pueblos Indígenas. Un año después, tenemos la mala noticia de que cinco Awa han fallecido en un accidente en un mina en sus propias tierras".
El Representante añadió que 1.300 Awa están confinados en sus territorios en Nariño, también en el sur de Colombia, sin poder huir de los combates porque sus tierras están plagadas de minas. Alrededor de 600 han buscado refugio en cinco escuelas dentro del territorio Awa. Cientos más se han visto forzados a desplazarse otra vez este año, y algunos han atravesado la frontera con Ecuador.

Otros indígenas han huido a Brasil, Venezuela y Panamá en busca de seguridad. Para conocer la dimensión regional de la crisis, el ACNUR está desarrollando un plan estratégico basado en los recursos locales y las necesidades en ambos lados de la frontera colombiana, empezando por Ecuador y Venezuela.
Leonor Zabaleta, portavoz de las cuatro tribus de Sierra Nevada, que fue condecorada este año con el Premio de Derechos Humanos del Gobierno sueco, dice que ni todas las leyes ni toda la asistencia humanitaria del mundo podrían ellas solas parar la tragedia. "Hay una ley en Colombia para ayudar a las víctimas del desplazamiento forzado, pero no hay nada concreto para garantizar que no tengamos que desplazarnos. Ahora bien, si tenemos que dejar nuestra tierra, todo está perdido" añadió.

Y mientras el conflicto colombiano prosigue, el peligro continuará acechando la supervivencia cultural de los 80 grupos indígenas que componen el 3% del total de la población, y que representan uno de los patrimonios indígenas más ricos y variados del mundo.
Niños Wounan desplazados.

Datos personales

Bogotá, Cundinamarca, Colombia
Comunicadora Social y Periodista Egresada de la Universidad Los Libertadores. Especialista en Gerencia de Recursos Humanos de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

ESTÁ USTED DE ACUERDO CON LA FUGA DE CEREBROS?